Canción de cuna

Duérmete, mi niño,
duérmete ya,
que pronto viene abuelo
contigo a jugar

martes, 15 de mayo de 2012

Curiosidad innata


La curiosidad innata de explorar cuanto hay a nuestro alrededor me llevó a descubrir hace unos sesenta años una caja de lata bien atada con cuerdas que apenas se podía tocar, porque...


- Niño deja eso, que papá se va a enfadar.


La caja era un antiguo envase de dulce de membrillo; estaba algo abollada y en la tapadera tenía pintada una virgen Milagrosa.


El niño, obediente, sumiso y temeroso, se queda con las ganas de descubrir lo que su imaginación es un tesoro.


Pues bien, más adelante el niño se encuentra con fuerzas para el desafío: cuando nadie lo ve, levanta la tapa del arca donde se encuentra la lata, la toma, desata cuidadosamente las cuerdas y ... ¿qué descubre?  


-¿Un tesoro?


- ¡Oh decepción!

Se trata de unos papeles de color amarillento, escritos con letra que no entiende.


Sin embargo, por arte y gracia del paso del tiempo, el niño se hace abuelo y aquellos papeles llegan a su poder; y con la misma curiosidad mantenida logra descifrar los mensajes escritos en tinta con pluma de ave. 


Y, en efecto, ... ¡se trata de un verdadero tesoro!


Bien es cierto, según se dice, que no son suficientes los ojos de la cara para descubrir un tesoro; aunque lo tengas a un palmo de las narices, no lo verás a la primera. 

1 comentario:

  1. Precioso el relato, pero me has dejado con la intriga de qué ponía en esos papeles....o era una metáfora?
    Un abrazo de sesentona

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