La iglesia de Santa María de la Encarnación es la más antigua de las cuatro parroquias de Jerez de los Caballeros. Una inscripción nos indica que fue consagrada en tiempos de los visigodos.

En los libros sacramentales de la misma,  a partir de 1535, se encuentran inscritos mis antepasados; los más lejanos encontrados hasta ahora son de principios del XVII, pero todo se andará.

El castillo y la ciudad pertenecieron a los caballeros de la Orden del Temple y después a la de Santiago. Es por esto por lo que a la ciudad de Jerez se le añade el complemento de los Caballeros. Antes era conocida como Jerez cerca de Badajoz.

Era Jerez la cabeza de un bayliato con fuero propio y comprendía una extensa comarca hasta más allá de la frontera portuguesa. Los últimos caballeros templarios se resistieron a las tropas del rey tras la bula papal de la disolución de la Orden y fueron pasados a cuchillo tras heroica defensa. Desde entonces la principal torre, la del Homenaje es conocida popularmente con el sobrenombre de Torre Sangrienta.

Esta explanada, desde donde tomé la fotografía, era conocida como la morería y ha desempeñado diferentes funciones: 

Patio de las escuelas de niños de la Plaza de Abastos donde  aprendí las primeras letras, pues también era aprovechada como mercado al aire libre y posteriormente como cine de verano; después se transformó en cancha de baloncesto y en la actualidad se encuentra ajardinada y dispuesta como aparcamiento de vehículos.

El castillo, que fue Sede de La OJE, ha sido reciclado en Consistorio Municipal; junto al morabito se ha construido un auditorio al aire libre donde se representan alguna que otra obra de teatro.

Pero es ante todo un espléndido mirador que abarca el valle del río Ardila y más allá se pierde la vista en las sierras andaluzas y portuguesas.

La foto está tomada desde la Plaza de la Alcazaba del Castillo por José Luis León, que es quien firma estas líneas.

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